Pasos, palabras, rumores,
destellos de luces,
agitación de lonas,
chasquido de árboles,…
Ecos de sonidos y reflejos que anegan
los recovecos de las callejuelas.
Sonidos que convergen
en una inacabable melodía
llevada,
por remolinos de viento,
hacia los oídos sordos de los errantes.
Y entre ellos,
dos extraños
advierten su rumor.
Embriagados por sus notas,
buscan sus miradas,
encuentran sus manos,
vuelan a su son.
En ese instante.
La tristeza se va, se va, se fue.
HEDONÉ
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