Crecen.
 Crecen hacia arriba.
 Crecen hacia abajo
 agarrando sus raíces
 en una tierra abonada
 de sudor y lágrimas.
 
 No se agitan sus ramas
 con el aullido del lobo
 ahogado en la parcela
 de la austeridad.
 
 Y la justicia,
 no tiene alma de leñador.
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